El trastorno narcisista de la personalidad se caracteriza por un patrón generalizado de grandiosidad y autoimportancia, necesidad de admiración y falta de empatía.
La persona narcisista cree ser especial y única, y que sólo puede relacionarse con otras personas o instituciones que también sean especiales o de alto estatus. Exige una admiración excesiva y un trato de favor especial por parte de los demás.
Suelen ser personas explotadoras con los demás, buscando sacar provecho de éstos para sus propias metas. Carecen de empatía o capacidad para identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
La persona narcisista presenta una autoestima muy débil, en ocasiones tiene envidia de los demás o cree que los demás le tienen envidia. No toleran bien las críticas, ante las que pueden llegar a enfurecerse o mostrarse totalmente indiferentes.
Por todo ello sus relaciones sociales son muy frágiles. Suelen presentar muchas relaciones con conocidos, de quienes sacar algún provecho pero escasos amigos íntimos. Otras personas pueden describir su relación con la persona narcisista como una relación de “amor-odio”, en la que sienten su encanto y carisma, mientras que por otra parte se sienten explotados.
El trastorno narcisista junto con los trastornos límite, antisocial e histriónico de la personalidad, conforman el denominado "grupo dramático" de los trastornos de la personalidad, también conocido como "impulsivo" o "emocional".
La personalidad narcisista frecuentemente se asocia trastornos como la distimia, la depresión, y problemas interpersonales.
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