La palabra "marrano" procede probablemente del árabe محرم máhram ("cosa prohibida"), expresión usada para designar al cerdo, cuya carne estaba prohibida para judíos y musulmanes. La palabra se utilizó primero en el romance peninsular para designar a este animal (documentada desde 965). Para designar, de forma hiriente, a los cristianos nuevos está documentada desde comienzos del siglo XIII,[2] seguramente porque estos conversos se abstenían de comer carne de cerdo. Aunque en un principio el término se empleaba tanto para los conversos procedentes del judaísmo como del Islam, con el tiempo a estos últimos se les denominó moriscos, y la voz "marrano" quedó para designar únicamente a los judeoconversos.
En Portugal se conocía despectivamente a los judeoconversos como cristãos novos y en las Islas Baleares como xuetes ("chuetas").
El término "marrano" está estrechamente relacionado con otros apelativos:
Los convertidos del judaísmo al catolicismo eran llamados conversos o cristianos nuevos. Este término era igualmente aplicado a los conversos procedentes del Islam y tenía carácter discriminatorio, aunque menos insultante que la voz "marrano".
Aquellos conversos que practicaban la Ley judía o, al menos, una reconstrucción de los ritos y creencias del judaísmo, eran denominados judaizantes (en la actualidad se les denomina criptojudíos, literalmente "judíos secretos", y sus prácticas religiosas se denominan criptojudaísmo). Sobre las prácticas de los judaizantes existe abundante documentación en los procesos de la Inquisición, aunque a veces es difícil deslindar cuáles corresponden a hechos reales y cuáles son acusaciones calumniosas producto del antisemitismo.
Los sefardíes (literalmente "españoles") son los descendientes de los miembros de la comunidad hispanojudía que nunca se convirtieron al cristianismo y tuvieron que exiliarse 1492, tras lo cual se dispersaron por Europa y el Mediterráneo. También son sefardíes los anusim que eventualmente regresan al judaísmo. Muchos emigraron a América, aunque las autoridades vigilaban que sólo cristianos viejos lo hicieran, pero como era bien sabido, la corrupción de dichas autoridades cerraban los ojos a su migración.
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